Ay, las etiquetas, que malas son y que daño hacen y que poca cuenta nos damos de ello. Aún recuerdo que cuando era pequeño (desde que uno empieza a recordar) ya me decían que tenía cara de pillo y que era malo o iba a serlo. Según iba creciendo y lo van diciendo más, aunque no me lo dijeran a mí directamente, sino comentando entre mayores (que los peques no son tontos y lo escuchan todo) pues yo me lo iba creyendo y supongo que algo me influenciaba, era como si hiciera algo de "niño bueno" fuera a defraudar a mi gente y eso no podía ser. Así que, claro, ante tanta expectativa sobre lo malo que iba a ser pues comencé a ser un gamberrete de cuidado para acabar siendo un gamberro profesional. Menos mal que luego uno se hace mayor y se centra.
A mi Pequeño Cavernícola ya le han puesto una etiqueta, realmente se la pusieron hace ya bastante tiempo, y no es otra que la de "malo". Que si "que malo es", que si "que malo va a ser", etc... Yo prefiero pasar y no entrar a debatir porque tiene que ser malo o porque va a ser malo. No se cual es la diferencia entre un niño de casi un año y medio "bueno" y un niño de casi un año y medio "malo". Es más, dudo mucho que sepan diferenciar el bien del mal y dudo mucho que sepan hacerlo hasta dentro de unos años. Los niños tienen que aprender, investigar, reir, llorar, gritar, morder, pegar, nosotros ya tendremos que ir enseñándoles que no hay pegar, morder... a enseñarles a gestionar sus emociones, sus sentimientos.
Y es que porque un desobedezca, proteste o tenga rabietas y acabe tirando todo por ahí no lo convierte en malo al igual que ser más maleable, obediente y/o tranquilo no lo va a convertir en bueno. Por mi parte me parece que mi Pequeño Cavernícola es un explorador, que hace lo que tiene que hacer a su edad, conocerse y conocer sus límites (y los nuestros), está aprendiendo hasta donde puede llegar, en que situaciones y con quien porque no todos somos iguales. Él cuando hace algo nuevo nos busca con la mirada para ver si lo aprobamos (con risas, aplausos, etc...) o si mostramos nuestra disconformidad (con una mirada seria, con un "pupa" o con un "no").
No, no y no, me niego a ponerle una etiqueta y a incitarle a que siga un camino. Sí, sí y sí, quiero que sea el mismo quien vaya forjando su actitud. Sí, sí y sí, quiero que sea un niño que sepa decir que no, que sepa mostrar sus sentimientos y sepa afrontar sus miedos y frustraciones. No, no y no quiero tener un niño sumiso que le diga que sí a todo y que acepte todo por norma porque llegará el día que sea demasiado tarde para enseñarle a decir que NO. Quien sabe si estaré creando otro inconformista con el sistema y con todo lo establecido aunque lo suficientemente civilizado como para no ir liándola por ahí o pegando puñetazos a diestro y siniestro a presidentes del gobierno.
Yo quiero que mi hijo sea él mismo y ya nos encargaremos nosotros de intentar enseñarle como son las cosas. Yo no quiero un "hijo" bueno, que agache la cabeza porque le digan algo, un niño que no sepa decir que no a nada (por ejemplo, y por ser drástico, frente a las drogas), que no sepa afrontar una situación o esté indefenso ante cualquier abuso. Seguro que es difícil pero, como siempre digo, tendrá su recompensa en el futuro si el día de mañana logramos esas pequeñas victorias involuntariamente en el día a día.
No obstante ¿Alguien dijo que esto fuera sencillo?
P.D.: Me ha quedado un poco aturullada la entrada pero hoy (y en estas fechas) no he tenido demasiado tiempo para ordenar mis pensamientos.
P.D.: Te dejo un video de Alberto Soler (otro amigo Papá Bloguero) que lo explicará mucho mejor que yo.
Imagen tomada de http://seguir-creciendo.blogspot.com.es/