miércoles, 27 de febrero de 2019

Los papás hablan. La historia de K

Imagen de cabecera con el título de la entrada

 Una cosa que siempre quise hacer con el blog era dar voz a otros padres, padres a los que quizá no les apetecía abrirse un blog y contar sus historias, o preferían mantenerse en el anonimato y publicar aquí sus historias de forma anónima. En definitiva, poner mi blog a disposición de cualquiera que quisiera contar algo y que sirva a otro fin, así seguir dando visibilidad a la paternidad y a otras vivencias que yo no he pasado.

 Estos post no tendrán mi formato habitual, respetaré la escritura y estilo de quien quiera pasarse por aquí, así que espero que te animes a contactarme para contar tu historia. Todos tenemos algo que contar.

 Tras varias invitaciones a amigos y conocidos al final me llegó el ofrecimiento por parte del que hoy ya es un amigo, el redactor jefe de El Cornetín de GóndorK quiere contar su historia y hoy empezamos por el principio, por la primera parte.


El coste de ser padre. La historia de K.

¿Por qué hago esto?


 Me ha costado arrancar a escribir sobre un tema demasiado amplio como para tener nombre, una historia que va desde los problemas para tener un hijo hasta encontrarse siendo padre con 40.

 Lo primero ha sido saber por qué quiero o tengo la necesidad de escribir sobre ello. “¿Por qué te lanzas a escribir ahora sobre todo el proceso de tener a M? ¿Qué necesidad hay?” – me preguntaba mientras empujaba el carrito en el paseo de la tarde. "¿Por qué estas pensando en ello K?" "Porque tienes una historia que contar, chico".

 Realmente es un conjunto de cosas lo que me empuja a plasmar todas mis vivencias en estos últimos… ¿3? ¿4? ¿5? años para que M estuviera entre nosotros. Escribir, además, sirve para organizar ideas, dando forma y sentido a todo lo vivido. Teniendo un buen amigo con un blog de paternidad como Karim, no dude en preguntarle si le interesaba que hablara del tema. Karim no tardó un segundo en decirme que sí y orientarme en ello. Por respeto a la gente cercana que sale en ésta historia y a mi pareja (que no comparte conmigo el mundo blogging) me referiré a ellos por su inicial.


¿Ser padre con 40? Nunca es un buen momento para ser padre


 Yo no elegí ser padre con casi 40, es más, me parece toda una aventura. Sé que siempre he querido serlo, aunque la verdad, no pensaba mucho en ello. “Ya vendrán” era, posiblemente, el pensamiento que más rondaba por mi cabeza, no había una búsqueda activa. Pero las circunstancias y la cruda realidad se imponen.

 De pronto tus familiares, compañeros, amigos, conocidos e incluso vecinos comienzan a tener hijos. Las primeras señales de alarma se encienden. “P y A han tenido a su segunda hija” “Tu prima R ha tenido dos gemelas preciosas”. Instantáneamente un mecanismo en tu cabeza, algo polvoriento, comienza a girar y formula la siguiente pregunta “¿Qué pasa contigo?

 Aclaremos algo antes de seguir: sí, yo sí quería ser padre, L tenía claro que podía vivir sin ello. Sus circunstancias personales, que no comentaré aquí, la llevaron a dejarlo en un segundo plano. Es por eso que esa pregunta no resonaba tanto en su cabeza como en la mía, en la que comenzaba a hacer un ruido ensordecedor.

 Entended, también, que no estábamos esperando el momento: un mejor sueldo, mejores trabajos o el año del dragón según el horóscopo chino, porque, como decía Mónica Geller: “Nunca es un buen momento para ser padre”. La vida nos llevó a una situación en la que nos vimos obligados a plantearnos seriamente cosas que antes no pensamos que sucederían.

 Lo primero era saber por qué estábamos así. “¿Quién o qué era el culpable?” “Nadie en particular”. Así de claro. Y es que la respuesta vino por parte de una buena amiga, D: “Las parejas fértiles cada vez dejan para más adelante la decisión de tener hijos. Piensan que siempre hay tiempo y no se dan cuenta de que no es así. Pero de esto nadie es culpable, es sólo desinformación básica de nuestros cuerpos”.

 Tenía razón. Yo no quería ser padre a los 40 pero si quería ser padre no me quedaba otra, y os puedo asegurar que el camino que emprendimos no fue, para nada, fácil.


 Hasta aquí la primera parte, próximamente más...
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miércoles, 20 de febrero de 2019

Comiendo huevos. El comedor

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 Hay que ser justo y reconocer las cosas cuando salen bien... aunque no fue así desde el inicio.

 Todo se remonta a hace más de un año ya, cuando el peque comenzó el cole, todo empezó con la famosa frase de "vamos a apuntarle al comedor a ver si así...", pero nada de nada, llegaba la hora de comer y seguía siendo un sufrimiento. En el comedor, aquella primera vez, duró un mes porque para que no comiera allí pues que no lo hiciera en casa, que por lo menos sabíamos qué comía y cuánto y no tenía que sufrir nadie más que nosotros, que somos sus padres y los que tenemos que sufrirlo.

 Meses después, en esta ocasión por necesidad de horarios, le volvimos a apuntar al comedor. Recuerdo que el primer día la encargada de los peques en el comedor nos dijo que al volver a verle había temblado "otra vez el Pequeño Cavernícola por aquí, madre mía...", pero nada más lejos de la realidad, comió estupendamente.

 - Bueno, vamos a esperar, que la otra vez los tres primeros días también comió fenomenal y de todo, no brindemos aún.

 Pero esta vez todo fue diferente, la cosa dio resultado, y menos mal, porque siendo por necesidades de conciliación no podía ser de otra manera. Así que, de nuevo, tuve que comerme mis palabras, me tocó comer huevos. Pasaron tres días, pasó la semana, el mes y el curso y el peque acabó comiendo de todo, ayudado por la monitora porque él va a su ritmo y se distrae con una mosca, pero la cuestión es que comía de todo.

 El verano fue un poquito de retroceso, aunque hacía todas las comidas sin problemas no comía de todo, y no hablemos de fruta o verdura. Nos lo tomamos con filosofía y ¿sabes? creo que algo tenía que ver la trona en la que comía en casa, quizá la asociara a algún mal recuerdo porque en cuanto empezó a comer en la silla y la mesa no había problema.

 Después del verano, este mismo curso, comenzó de nuevo en el comedor, nuestros horarios siguen siendo los mismo, pero lo bueno es que ya no sólo come de todo allí, es que ahora entre sus alimentos favoritos en casa hay frutas: las fresas, la sandía, las uvas... Y se le nota un montón, ya no es el tirillas que era, ya ha pasado la barrera de los 13 kilos en los que ha estado durante más de un año.
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miércoles, 13 de febrero de 2019

[Ocio en familia] Juego de mesa - Da ist der Wurm drin

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 Cuando me embarqué en la tarea de encargarme de la zona de juegos de mesa infantiles premiados con un Kinderspiel des Jahres (Juego de mesa infantil del año), en el evento organizado por Generación X Alcalá llamado SpieldesjahresTAG, tuve la oportunidad de tener en casa mogollón de juegos y, claro está, jugarlos con el Pequeño Cavernícola. Hoy vamos con uno que gustó mucho tanto en casa como en las jornadas.

Pequeña ficha


Imagen de la caja del juego de mesa Da ist der wurm drim
  • Nombre: Da ist der Wurm drin
  • Editorial: Zoch Spiele
  • Edades: En la caja pone 4 años pero con 3 funciona ;)
  • Número de jugadores: De 2 a 4 jugadores
  • Duración: Entre 15 y 20 minutos
  • Puedes comprarlo en Amazon aquí, en tiendas no lo he visto.




El Juego


 Da ist der Wurm drim es un juego competitivo en el que tendremos que hacer crecer nuestros gusanos y ser el primero en llegar al otro lado del jardín, es decir, estamos ante una carrera de gusanos. Lo primero que tendremos que hacer es elegir el color de la cabeza de nuestro gusano y colocarlo en el tablero a continuación de la cola de ese color, también cogeremos las losetas de apuesta, una con una fresa y otro con una margarita y las colocaremos a nuestro lado, si no usamos esta variante podemos dejarlas en la caja. 

 El tablero se coloca como cualquier tablero solo que encima lleva otro tablero más pequeño que ocultará los caminos por los que los gusanos van avanzando, así no sabremos quién va en cabeza. Luego colocamos las diferentes losetas alrededor del tablero agrupadas por tamaño o color y el dado cerca para lanzarlo, el dado en cada cara tiene un color, no es numérico.

Imagen del juego de mesa Da ist der Wurm drin  en desarrollo con el tablero montado
Los componentes y el tablero montado


 La mecánica es sencilla: en nuestro turno tiramos el dado y según el color que muestre, cogemos la loseta de ese color y la introducimos en nuestro camino de gusano para que la cabeza vaya avanzando por debajo de la tierra. Las losetas son de diferentes tamaños, hay varias medianas y también hay unas muy pequeñas, como las azules, o muy grandes, las rojas. Y así mediante tiradas de dado y haciendo crecer a nuestro gusano, ganará el primer gusano que asome la cabeza por el otro extremo.

 Por último podemos añadir la variante de las losetas de apuesta que le dan un toque más de diversión aunque también de frustración si no aciertas. En el tablero superior hay dos ranuras por las que aparecerán nuestros gusanos según vayan creciendo, la primera ranura tiene margaritas y la segunda fresas, lo único que tenemos que hacer es poner nuestra loseta del tipo correspondiente sobre la casilla del gusano que creemos que va a aparecer antes por la ranura en cuestión. Si conseguimos acertar añadimos la loseta a nuestro gusano, que no al que haya aparecido por la ranura necesariamente, gratuitamente y hacemos que crezca un poco más.

Partida en desarrollo, parece que el gusano rojo va en cabeza


Conclusión


 Que Da ist der Wurm drin tenga el premio del Juego de mesa infantil del año en 2011 dice mucho de él, este premio es una buena referencia para este tipo de juegos y seguro que aciertas comprando un juego con el sellito Kinderspiel des Jahres

El sello del Mejor juego de
mesa Infantil del año
 Es un juego de mesa muy divertido ya que el no ver por donde va cada gusano e ir metiendo losetas para que crezca es emocionante. Tiene dependencia del azar, ya que dependes de lo que salga en el dado, pero si se juega con la variante de la apuesta se compensa un poco la mala suerte que podamos tener los mancos con los dados. Los componentes son de cartón duro, resistentes y duraderos, y las ilustraciones, sin ser una maravilla, son graciosas.

 Por contra, no es un juego barato, ronda los 35€, y además no está en castellano ni editado en nuestro país. Se puede pedir en Amazon y, seguramente, en alguna tienda online o con juegos de importación. Si necesitas reglas traducidas puedes descargarlas aquí.

 ¿Lo recomiendo? Sí, a pesar de su precio creo que es una buena inversión y pueden jugar desde bien pequeños y hasta un rango alto de edad, con primos, hermanos, amigos y, por supuesto, con nosotros ;), con lo que le da mucha vida al juego.



 En ésta ocasión el juego no es mío y, aunque lo jugamos mucho en casa, no le hice fotos o estaban mal enfocadas, por lo tanto he tenido que coger fotos de la BGG y Amazon para ilustrar éste artículo.
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