Siempre he sido un aventurero de la vida, digamos que la muerte no me daba miedo como se dice por ahí. Es algo que no sueles pensar cuando eres un chaval, te apetece sentir la adrenalina y que pase lo que tenga que pasar. He practicado deportes de riesgo, he hecho locuras que hoy día ni me atrevería a intentar, he tenido varias motos y hemos hecho el cabra con ellas. Era lo que se suele decir un cabeza loca.
¿Responsabilidades yo? "Las justas... ya me tocará cuando tenga un hijo y tendré que tragar en los trabajos..." Esa era mi filosofía de vida, que el trabajo no fuera una necesidad hasta que tuviera que serlo. Así pues, pasé por mogollón de trabajos, dejé estudios, otros los terminé... pero siempre, disfrutar del momento y de la vida, iba por delante. Mi madre se enfadaba con cada trabajo que dejaba o cada vez que me cogía la baja para irme de vacaciones.
Así fue hasta que tocó sentar la cabeza ¡que viene el Pequeño Cavernícola! Bueno, el tema del trabajo ya estaba asentado de mucho antes, la corresponsabilidad en casa y el reparto de tareas era algo que pusimos en práctica desde el primer día, uno puede ser un cabeza loca pero también tener unos ideales.
El caso es que llegaba el peque, el nuevo miembro de la familia y, con el paso del tiempo, a uno le ha entrado el miedo a morir. A ver, no es que sea algo psicótico, no ando esquivando terrazas o salgo con casco a la calle... Por otra parte, supongo que es algo normal ¿y si me pasa algo? Me da miedo solo pensarlo... La Mamá Moderna llevaba tiempo diciéndome nosequé de un seguro de vida, nosequé de seguro de accidentes... Y yo pasaba "que no, que cuando te metes en eso es cuando empiezas a morir". Supongo que cuando tuve el accidente con la bici el chip comenzó a cambiar, empecé a pensar en que algo había que hacer.
Desde el día que nació el peque le hicimos una cuenta ahorro para que tenga algo el día de mañana, una cuenta en la que cada X tiempo se le mete dinero, cómodamente a elegir las cantidades y periodicidades. Al principio bastaba. Pero hace poquito decidimos hacernos un seguro de vida y accidentes, el combo, el 2 en 1, porque nunca sabes qué te puede pasar, dónde y con quién. Ahora respiro más tranquilo, sé que si algo nos pasa, mi hijo, nuestro hijo, tendrá algo, al menos algo que le ayude en el futuro si nosotros no estamos.
Ojalá nunca pase nada, pero por si acaso nosotros ya hemos hecho algo. Es hora de empezar a pensar en ellos de esta forma, por escabrosa que sea, también habrá que ir pensando en testamentos y demás movidas... Fíjate, yo metiéndome en mierdas con aseguradoras y bancos...
No quiero dejar de recomendar este artículo de Sem, del blog Y yo con estas barbas, en el que reflexiona sobre algo parecido.