Estar tanto tiempo en casa da para pensar. No mucho: niña, teletrabajo, casa y el otro blog se comen la mayor parte de este arresto domiciliario que nos han impuesto. Pero siempre hay un momento en el que algo te hace click en la cabeza y vuelven a ti muchas de las cosas vividas y que conservas en el recuerdo. En este caso esta noticia me causó un click: Reinicio de tratamientos de reproducción asistida. Covid 19.
Quizá muchos simpaticen con la noticia, pero creo que pocos la comprenderán.
El proceso natural de tener hijos no sólo es el mejor, es el más saludable para el ser humano. Es, como decía, algo natural. Muy mal resumido sería: lo intentas varias veces y un día sucede la magia. La Fecundación in Vitro (FiV) es más… artificial. Sujeta a unas fases y tiempos muy estrictos que determinan el éxito del procedimiento y que deben respetarse.
Piensa en quién acude a las clínicas de reproducción asistida: parejas mayores de 35 años, personas a punto de comenzar un tratamiento médico muy agresivo (cáncer o esclerosis), parejas con varios intentos naturales que han acabado en aborto... No hay historias felices en la sala de espera y una tensa calma se agolpa.
En éstas salas los ocupantes intentan distraerse: miran fotos de gatitos, ojean alguna revista del corazón o simplemente se pierden en el móvil. Todo con tal evitar mirar la pantalla donde los turnos comparten espacio con videos donde explican hasta la saciedad el proceso de una FiV, debes tenerlo muy claro. Lo único que te saca de tu “trance” es un pitido que indicará tu número. De vez en cuando repasas las dudas... pero ya tenemos los videos que te las responden. Porque lo único que esperas en ese momento es el siguiente paso o la noticia definitiva.
Las consultas en general son monótonas. En la primera, a modo de autopenitencia, explicas tu caso, la ginecóloga (la mayoría son mujeres) te escucha y al terminar te explica que está aquí para ayudarte. Te explica todos los pasos del proceso: la sincronización de la regla, los estudios, la ovoestimulación, los pinchazos, el seguimiento y la extracción. Sales y solo quieres empezar a hacer cosas aunque la mayoría de las veces sólo puedes esperar.
Y eso es lo peor.
Haciendo un paréntesis en el tema decir una cosa a los hombres: “Chicos, en todo esto nos llevamos la parte fácil y van a venir momentos muy duros para todos.”
Cuando has hecho todos los pasos, hay dos momentos cumbres: la extracción y fecundación, y la implantación.
Como todo en este proceso todo resulta raro. En la extracción y fecundación al principio vas ilusionado. Has andado un camino largo y estas en la antepenúltima casilla, todas las anteriores han sido un mal sueño. Sólo piensas en la parte de la fecundación donde incluso los no creyentes rezan a todos los dioses. Y un día un bastón se pone rosa o algo parecido.
Pero lo cierto es que raramente esto es el proceso normal. Lo normal es que los embriones no sean viables a los tres días, y esos días vivir pegado a un número teléfono es la norma. Muy raro es conseguir terminar el proceso a la primera. Y la caída desde el ascenso que has hecho es muy dura. Toca volver a repetir el proceso y ahora con menos expectativas que la vez anterior.
Tras varias veces y algún estudio, posiblemente se os plantee la posibilidad de la ovodonación y/o la donación de esperma. No sabría como llamar a esto ¿golpe de realidad? El proceso es parecido, pero con un/a donante que “os ayude”. Volvemos a esperar, volvemos a sincronizar las reglas, volvemos a realizar otros estudios, ahora de compatibilidad genética. Y ya estas cansado de esperar.
¿Y que tiene que ver esto con la noticia del principio?
En una FiV el tiempo es esencial. No es sólo el tiempo biológico, es también el emocional. Cuando acabas no eres la misma persona que la que empezó, salga bien o salga mal.
En mi caso concreto el último intento era el último. En la penúltima, teniendo asignada donante, la regla se adelantó y la asignaron a otra pareja. Era 28 de diciembre, lo sé porque me pareció una broma de mal gusto por los Santos Inocentes. Apunto estuvimos de no celebrar nada más esas navidades. Fue muy duro, después de los intentos anteriores y todo lo pasado.
Volvimos a la clínica, aún era Navidad y la ginecóloga no esperó a comenzar la sincronización y ya había comenzado la búsqueda de donante. El 15 de enero de 2018 se hizo efectiva la transferencia de los dos únicos embriones tipo C (no son los mejores). Dado el poco número extraídos y la calidad, la clínica correría con otro intento. Pero lo cierto es que ya había decido “terminar”. En algún momento hay que parar, aunque sea para recoger los restos e intentar construir algo.
Pero de los del Cs uno agarró fuertemente. Y creció. Y llegó M. Pero eso es otra historia.
El Covid-19 se ha llevado por delante los sueños de mucha gente y entre ellos estoy seguro que alguna pareja habrá desistido por el retraso de casi 2 meses en un proceso tan importante. Dos meses que no se pueden recuperar. Dos meses encerrados en una casa, revisando y comprobando todas las posibilidades. Creo que para algunos esta cuarentena ha condenado sus expectativas. Y aunque me gustaría decirles palabras de ánimo, no tengo ninguna que pueda valerles a ellos en este momento.
Yo tuve suerte, lo conseguí cuando estaba apunto de tirar la toalla.
Esta entrada está escrita por un amigo, dentro de la sección "Los papás hablan", si quieres y tienes algo que contar puedes contactarme por las redes o mandarme un email.