miércoles, 14 de noviembre de 2018

Érase un vez un gamba


 Érase una vez un chaval que era un poco gamba. Era un buen chaval, un poco gamberrete pero muy inteligente. Cuando era pequeño le gustaba hacer el payasete, quizá como medio para tratar con los demás, que le hicieran caso o dejarse ver, porque él era muy tímido. En cambio lo aprendía todo de forma brillante y le quisieron adelantar un curso cuando empezó el cole pero su madre se negó, prefería que fuera poco a poco, a buen ritmo y con los compañeros que ya conocía.

 Cuando fue creciendo cambió de cole porque el anterior cerró, cosas de la educación pública..., el caso es que tuvo que hacer nuevos amigos y, claro, para ello tenía que volver a ser un gamberrete. En ese nuevo cole pronto se hizo amigo de los que no solían aprobar, repetidores incluso, los típicos que siempre se sientan al fondo en clase. Pero había una diferencia, cuando ninguno prestaba atención, al gamba se le quedaba todo, casi sin quererlo.

 Cierto trimestre, un par de cursos más tarde, hicieron una separación por grupos en clase, creo que era demasiado excluyente y negativo, pero así fue. A la tutora se le ocurrió juntar a todos los que habían aprobado todas las asignaturas el primer trimestre juntos en una gran mesa-grupo, a los que les quedaron una, en otra, y así, juntos en grupos por cantidad de suspensos. Y ahí estaba el gamba, el "empollón" viendo a sus amigos al fondo de la clase divirtiéndose.

 El gamba hizo nuevos amigos en este grupo y arrastró a alguno al "lado oscuro", por suerte para él parecía quedarse también con todo aunque sus notas bajaron un poco. Y así fue pasando cursos, siempre aprobando todo, siempre haciendo el gamberro, el listillo, su madre le decía que se juntaba con "malas compañías" pero él era listo para escaquearse cuando había que hacerlo.

 En el insti fue más de lo mismo, sentado al fondo de clase, para rolear un poco o jugar a algún juego inventado, o hacer cualquier otra cosa que no fuera atender vaya, pero, eso sí, aprobando todo. Tenía un problema, y es que a veces se desmotibaba cuando tenía que aprender al ritmo de los demás y comenzó a faltar. Acudía a algún examen simplemente por el placer de hacerlo y aprobaba sin apenas pisar el insti. Suspendió por absentismo pero recuperó en Septiembre.

 Podría seguir pero creo que más o menos te harás una idea. Ese gamba soy yo.

 Y parece que mi Pequeño Cavernícola se parece, de momento, a mi. No atiende mucho en el cole pero se queda con todo y aprende todo lo que van dando y, además, le gusta hacer el payasete con los compañeros y es igual de tímido.

 Cuando la tutora nos lo cuenta no puedo evitar pensar "vaya, justo lo mismo que hacía yo...". De momento en casa le tenemos controlado y estamos atentos y preocupados, en su justa medida, en cuanto al tema de habilidades sociales. Esperemos que no sea tan gamba como lo fui yo...

4 comentarios:

  1. Que bueno!! Caso parecido al mío, me daba tiempo a hacer de todo en el colegio y el instituto, y además aprobaba. De mayor me he preguntado varias veces, si en vez de hacer el gamberro me hubiera esforzado más, donde habría llegado? :)

    ^Cabraluz

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    Respuestas
    1. Esa pregunta me la he hecho yo mil veces también... En fin, nunca lo sabremos.

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  2. Esperemos que sea más inteligente, así saldrá de la caverna jejeje

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