lunes, 28 de diciembre de 2015

De etiqueta.


 Ay, las etiquetas, que malas son y que daño hacen y que poca cuenta nos damos de ello. Aún recuerdo que cuando era pequeño (desde que uno empieza a recordar) ya me decían que tenía cara de pillo y que era malo o iba a serlo. Según iba creciendo y lo van diciendo más, aunque no me lo dijeran a mí directamente, sino comentando entre mayores (que los peques no son tontos y lo escuchan todo) pues yo me lo iba creyendo y supongo que algo me influenciaba, era como si hiciera algo de "niño bueno" fuera a defraudar a mi gente y eso no podía ser. Así que, claro, ante tanta expectativa sobre lo malo que iba a ser pues comencé a ser un gamberrete de cuidado para acabar siendo un gamberro profesional. Menos mal que luego uno se hace mayor y se centra.

 A mi Pequeño Cavernícola ya le han puesto una etiqueta, realmente se la pusieron hace ya bastante tiempo, y no es otra que la de "malo". Que si "que malo es", que si "que malo va a ser", etc... Yo prefiero pasar y no entrar a debatir porque tiene que ser malo o porque va a ser malo. No se cual es la diferencia entre un niño de casi un año y medio "bueno" y un niño de casi un año y medio "malo". Es más, dudo mucho que sepan diferenciar el bien del mal y dudo mucho que sepan hacerlo hasta dentro de unos años. Los niños tienen que aprender, investigar, reir, llorar, gritar, morder, pegar, nosotros ya tendremos que ir enseñándoles que no hay pegar, morder... a enseñarles a gestionar sus emociones, sus sentimientos.

 Y es que porque un desobedezca, proteste o tenga rabietas y acabe tirando todo por ahí no lo convierte en malo al igual que ser más maleable, obediente y/o tranquilo no lo va a convertir en bueno. Por mi parte me parece que mi Pequeño Cavernícola es un explorador, que hace lo que tiene que hacer a su edad, conocerse y conocer sus límites (y los nuestros), está aprendiendo hasta donde puede llegar, en que situaciones y con quien porque no todos somos iguales. Él cuando hace algo nuevo nos busca con la mirada para ver si lo aprobamos (con risas, aplausos, etc...) o si mostramos nuestra disconformidad (con una mirada seria, con un "pupa" o con un "no").

 No, no y no, me niego a ponerle una etiqueta y a incitarle a que siga un camino. Sí, sí y sí, quiero que sea el mismo quien vaya forjando su actitud. Sí, sí y sí, quiero que sea un niño que sepa decir que no, que sepa mostrar sus sentimientos y sepa afrontar sus miedos y frustraciones. No, no y no quiero tener un niño sumiso que le diga que sí a todo y que acepte todo por norma porque llegará el día que sea demasiado tarde para enseñarle a decir que NO. Quien sabe si estaré creando otro inconformista con el sistema y con todo lo establecido aunque lo suficientemente civilizado como para no ir liándola por ahí o pegando puñetazos a diestro y siniestro a presidentes del gobierno.

 Yo quiero que mi hijo sea él mismo y ya nos encargaremos nosotros de intentar enseñarle como son las cosas. Yo no quiero un "hijo" bueno, que agache la cabeza porque le digan algo, un niño que no sepa decir que no a nada (por ejemplo, y por ser drástico, frente a las drogas), que no sepa afrontar una situación o esté indefenso ante cualquier abuso. Seguro que es difícil pero, como siempre digo, tendrá su recompensa en el futuro si el día de mañana logramos esas pequeñas victorias involuntariamente en el día a día.

 No obstante ¿Alguien dijo que esto fuera sencillo?

 P.D.: Me ha quedado un poco aturullada la entrada pero hoy (y en estas fechas) no he tenido demasiado tiempo para ordenar mis pensamientos.

P.D.: Te dejo un video de Alberto Soler (otro amigo Papá Bloguero) que lo explicará mucho mejor que yo.


4 comentarios:

  1. Lo de las etiquetas no es ninguna tontería porque los niños se enteran de todo. En mi casa paterna las etiquetas iban con respecto a 'la inteligencia'. Y aunque era una niña, me acuerdo de todo. Yo era la lista, la inteligente, la de las buenas notas y claro, por un lado está genial porque sientes que puedes con todo pero por otro... cuando fallas te cuesta mucho asumir que el fracaso es parte de la vida y que no es nada malo. Conclusión: yo he tardado un huevo en aprender a tolerar la frustración.

    Mi primo era 'el vago'. Tan listo como yo pero, como según los adultos no hacía ni el huevo, pues claro, en vez de sobresalientes, volvía a casa con notables (como si volver con notables no fuera suficientemente bueno O_o). Y es que mi primo prefería pasarse la vida dibujando que haciendo problemas de trigonometría (ojo, que yo tampoco era una empollona: es más, yo terminaba mis tareas en clase para tener toda la tarde libre para dedicarme a mis asuntos :p).

    Mi prima era 'la constante' que es una forma suave de decir que como era más tonta tenía que esforzarse el triple para conseguir algún resultado mínimamente bueno. Me pregunto como habrá sido para ella crecer con esa etiqueta y esa comparación conmigo y con su hermano. La verdad es que me da vértigo ahora de mayor. Y sin embargo, oye, la única que ha terminado su carrera en el tiempo establecido! ¿Crees que se lo reconocen? No. Es que claro, "veterinaria e ingeniería son carreras muy difíciles y en cambio trabajo social es... bueno, es lo que a ella le gusta".

    Haz independiente a tu hijo todo lo autónomo que pueda y, efectivamente, construye para él unos principios sólidos que nadie pueda romper (pero lo suficientemente flexibles como para que no sea un cabezota cabezabuque!!!, jiji, casi na!). Eso si, intenta que la gente adulta no le cuelgue etiquetas porque, como ya sabes tú bien, se recuerda todo y se queda grabado en la médula.

    Un abrazo :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues sí, afortunadamente yo era de esos que se le quedan las cosas facilmente y siempre he sacado buenas notas sin apenas estudiar ni esforzarme. Lo malo que no sé si por la etiqueta o por otras cuestiones nunca le cogí el gusto a eso de esforzarme en los estudios y aunque he estudiado lo que me gusta, sé que si le hubiera puesto más empeño podría haber tenido más formación, aunque también es cierto que una vez estudiado aquello he preferido tenerlo como hobby que como profesión.

      Espero que mi hijo nunca llegue a ese extremos de darle un puñetazo al presidente de turno y a no ser que sea en defensa propia, que no se lo de a nadie, que hablando se puede entender la gente y el que no lo merezca se le deja con la palabra en la boca y te piras.

      Un saludo!

      Eliminar
  2. Nunca me ha gustado lo de las etiquetas y reconozco haberlas usado (hasta que he sido madre y tu mentalidad cambia en todos los sentidos). Por supuesto que no podemos colgar una etiqueta a un niño/a por el hecho de que tenga una racha de travieso, de inquieto, de comer mucho, de llorar mucho... No nos damos cuenta de que la personalidad de los niños cambia y de que no tienen por qué parecerse a determinada persona porque tenga o no carácter (u otro tipo de rasgos personales).
    Hay que darles tiempo para que definan su personalidad, que no va a ser de niños ni de adolescentes, cada cual necesita su tiempo para todo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues sí, también yo mismo las he usado en más de una ocasión hasta que he sido padre que te das cuenta de lo negativo que puede llegar a ser.

      Eliminar

Theme designed by Feeric Studios. Copyright © 2013. Powered by Blogger
Ir Arriba