miércoles, 13 de enero de 2016

True Hand.



 Marcus se encontraba sentado en su despacho, un cuchitril desordenado y sucio, pensando en el caso que tenía en frente, no sabía como abordarlo, era la primera vez que se enfrentaba a algo así, quizá fuera algo sobrenatural, la cabeza le daba vueltas por el alcohol y el olor a tabaco impregnaba la sala. Sobre la mesa había una carpeta marrón con un nombre en color negro en letras Helvéticas grandes que decía:

[TRUE HAND]



 Marcus era un tipo de mediana edad, bastante dejado, tenía la barba manchada de café, café cargado de cognac, en la camisa tenía restos de ceniza y llevaba una corbata de Howard the Duck que es lo único que destaca por su limpieza y cuidado. Marcus no dejaba de pensar en el día que llegó aquella señora necesitada de sus habilidades y su destreza en la investigación de los casos que hasta el momento había llevado.

 Es cierto que Marcus no pasaba por una buena racha, se había perdido en un caso, no pudo resolverlo y había entrado en un pozo sin fondo del que hacía ya más de un año que no podía salir. Tan sólo conseguía evadirse a base de alcohol, tabaco y de vez en cuando algo de cocaína. Estaba en decadencia. Pero aquel podría ser el caso que le volviera a llevar a lo más alto de la esfera detectivesca. ¿Por qué aquella señora había acudido a él? ¿Sería una trampa de algún "compañero" de profesión"?

 Fuera como fuese era su momento, el momento. Había estado revisando el caso, leyendo los informes pero Marcus nunca había trabajado con niños. El campo de Marcus eran asesinatos, robos, violaciones... lo más sucio de los callejones de Art'k'lá. Sabía moverse entre la escoria de los suburbios de su ciudad lugubre, en la noche pasaba inadvertido siempre que quería.

 Marcus se encontraba en un punto muerto, tendría que trabajar principalmente de día, tendría que observar a un niño e interactuar con él. Marcus se puso a repasar mentalmente la escena de aquella tarde en que llegó Kim.

 El hijo de Kim se llamaba Jules, y Jules era un niño alegre, juguetón, feliz... Le gustaba bailar, cantar y jugar con sus piezas de construcciones. Apenas tenía dos años pero, según Kim, la mano de Jules parecía tener vida propia. Kim y Jules podían estar jugando alegremente que de repente la mano izquierda de Jules le soltaba un bofetón que se quedaba tan ancha, pero Jules no paraba de jugar y reír. Los amigos y familiares de Kim tenían miedo de estar jugando con Jules y llevarse un guantazo, porque los guantazos de aquel niño de apenas dos años eran como los de un conductor de una hormigonera y nunca los veías venir.

 Además había otra ocasión en la que la mano izquierda de Jules se manifestaba, era a la hora de comer. Es cierto que Jules no era un niño que comiera bien, necesitaba estar entretenido para comer algo decentemente. Aún así había ocasiones en que Jules abría la boca para que Kim le metiera una cucharada y por allí que pasaba la mano izquierda de Jules para arrear semejante manotazo que todo el contenido de la cuchara acababa pintando la pared cual graffiti de Art'k'lá. Luego como consecuencia Jules se podía enfadar por no llegarle la cucharada o podía cerrar la boca para no abrirla en otro buen rato.
 Marcus estaba atrapado, parecía un callejón sin salida. ¿Por dónde podría comenzar a investigar? Marcus recordó que un Arzobispo, no hace demasiado, decía que zurdos y pelirrojos eran criaturas de Satán, quizá por ahí fuesen los tiros y el pequeño Jules tuviera la mano poseída. Aunque también era cierto que Jules no era pelirrojo y que era demasiado pronto para saber si era diestro o zurdo. No quedaba mucho tiempo, Marcus tenía que empezar a resolver el enigma.

 Marcus apuró el cigarrillo y lo lanzó por la ventana del despacho, se terminó la copa de cognac con un toque de café, se puso la gabardina y salió a la calle en dirección a Sansky Lane.

2 comentarios:

  1. Te iba a decir que vigilaras esa zurda que era cosa del demonio.... pero Marcus ya ha barajado esa conclusión xDDDDD. Suerte! Son etapas ^_^.

    Un abrazo :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Madre mía y hay que ver como la suelta, a mi y a la Mamá Moderna no nos la suelta para los tortazos pero a familiares y demás no veas, además como no se lo esperan se llevan un buen bofetón.

      Eliminar

Theme designed by Feeric Studios. Copyright © 2013. Powered by Blogger
Ir Arriba