Jodido.

 Han cogido al Pequeño Cavernícola en la guardería (bueno no es guardería, es casa de niños, nos lo dejó muy claro el director y ya he tenido que buscar en internet las diferencias). Esta es una noticia, para algunos buena y para otros mala. Y yo me debato en mi interior sobre si la noticia es buena o mala.

 Yo, que soy un tío que siempre me tomo la vida con positivismo y que intentó buscar el lado positivo de todo (si, aunque parezca mentira lo busco, y casi siempre lo encuentro), me está costando horrores ser yo mismo. Porque, sí, el lado positivo está ahí, lo veo, lo sé, lo conozco y hasta me lo recalca todo el mundo, pero la parte negativa me asalta todos los días.

 ¿Estará preparado? ¿Estaré preparado? ¿Se sentirá abandonado? ¿Nos querrá igual? ¿Afectará a sus rutinas?

 No paro de darle vueltas.

 Y la cosa se agrava porque nos llevan citando para una reunión que no se concreta con los profesionales del centro. Que si el viernes pasado, que si el lunes, que si el martes que si ya lo dejamos para el viernes por la tarde. ¿El viernes por la tarde? ¡Si se supone que empezará al lunes siguiente! ¿Cómo nos preparamos si nos piden algo?

 Ahora mismo no sabemos si habrá algún tipo de fase de adaptación, simplemente sabemos que entra a las 9:00 y sale a las 13:00, y me temo que el viernes por la tarde ya será tarde para preparar nada y no te digo ya si tuviéramos que cambiar un turno en el trabajo o incluso pedir el día libre (esto ya será imposible del todo).

 Mientras tanto el tiempo pasa pero lo hace muy muy lento, todo este periodo se me está haciendo eterno, quiero que pase ya esta semana, que empiece la escuela y ver cómo va.

 Por mi parte, de momento, seguiré jodido, sin ganas de nada, mohíno, un poco amargado, triste, intentando camuflar mis sentimientos.