El padre que no quiero ser.

 Esta semana voy a empezar una serie de dos entradas hablando sobre el ejemplo que he tenido en mi padre y en uno me quedaré con lo malo y en otro con lo bueno. Como soy de quedarme y resaltar siempre las cosas buenas empiezo por lo malo y así me lo quito y paso el mal trago. Todo se basará en mi experiencia y suponiendo que mi hijo salga como yo o muy parecido.

 Mi padre, para empezar he de decir que mis padres se separaron cuando yo tendría unos tres años con lo que siempre me he criado con mi madre y ella ha sido siempre la figura tanto materna como paterna, a ella la hemos tenido para todo y a la vez no la hemos tenido, pero de esto ya escribiré otro día. Por lo tanto la figura y recuerdos de mi padre se limitan a un finde cada quince días (luego esto fue variando) y vacaciones.

 El primer recuerdo que tengo de mi padre, y sé que es el primero porque es en la que era nuestra casa, es el de mi padre persiguiéndome con una zapatilla para arrearme y yo huyendo hacia la habitación, como primer recuerdo pues es muy triste, eso sería lo primero que me gustaría cambiar. Realmente luego no recuerdo que me pegara alguna vez ni nada similar... No obstante no me gustaría pegar a mi hijo con una zapatilla siendo este de unos tres años...

 Otra de las cosas que no me gustaría hacer es la de preguntar a mi hijo para que necesita algo cuando me lo pida o ponerle condiciones. En contadas ocasiones le he pedido algún favor a mi padre, casi siempre con dinero por medio como la vez que necesitaba matricularme para sacarme el master de diseño gráfico. Bueno pues él tan pancho solo se le ocurrió decirme que me pagaba la matrícula a condición de que mi madre pusiera la otra mitad. Parece lógico pero mi madre no tiene un trabajo fijo ni sueldo estable y por aquel entonces yo vivía con ella y ya me pagaba bastantes cosas, como por ejemplo el transporte. Bastante me costó pedirle el favor que con aquella respuesta se me quitaron las ganas de pedirle más, y, que leches, que era para estudiar no para tonterías...

 Recuerdo que cuando éramos pequeños íbamos mi hermano y yo a casa de mi padre los fines de semana, al principio venía a buscarnos de Madrid a Móstoles el sábado y el Domingo de vuelta nos llevaba, con el tiempo como era muy trabajoso e íbamos creciendo decidió que ya podíamos ir solos, le daba a mi madre el dinero para el viaje y nos esperaba donde fuera... Pero vamos a ver, que de Madrid a Móstoles hay 15 minutos en coche y nos tirábamos como una hora para ir en autobús y/o tren y/o metro hasta su casa en el centro. Luego cuando se fue a vivir a un barrio del extrarradio (pero perteneciendo a Madrid) la cosa fue a peor, casi 2 horas de viaje entre autobús y metro y una línea de metro entera, añádele que su casa quedaba bastante lejos de la parada y ya el combo perfecto, por aquella época se acabó eso de ir dos días, para sufrir esos viajes íbamos sólo el Domingo.

 Por si esto no fuera poco, que solo disponía de sus hijos un día cada quincena y entre viaje y viaje tan solo unas horas, su siesta era impepinable. Recuerdo que con 15-16 años (mi hermano ya con 18 dejó de venir) llegaba a su casa como a las 12:30-13:00 comíamos, se echaba la siesta y casi siempre me iba y aún no se había despertado... porque saliendo a las 18:00 me plantaba en casa a las 20:00 y un domingo con el transporte con menos periodicidad podría ser más. No quiero tener ese mínimo interés por pasar un rato con mi hijo, aunque sea un adolescente que quiera huir de allí, mejor no darle más motivos para ello. Obviamente con 18 dejé de ir yo también.

 Por último, y esto ya como abuelo, siendo tan inteligente como es, porque lo es, no se como se pueden hacer tantas tonterías de no pensar un segundo, si mi hijo se está bebiendo un zumo no le agites el brazo para que se le caiga todo y empape al personal, si le quitamos una lata de su lado no se la des para que la vuelque y volvamos a acabar perdidos, estas dos fueron juntas el último día pero así cada vez... Además, si pregunto algo no quiero hacerlo por parecer que me interesa, lo haré porque realmente me interese porque se nota, se acaba notando, es como cuando te preguntan ¿qué es niño o niña? y al día siguiente te lo vuelven a preguntar, y así, luego cambian por ¿qué tal está la niña/o (da igual nunca aciertan...)? pues eso, que se nota que lo hacen por compromiso. Obviamente no es el caso porque sería para darle una guantá que no supiera si tiene un nieto o una nieta pero cuando todas las veces que le hablo del pueblo de mi mujer me pregunta cual es su pueblo, siempre... Da igual, si tras 10 años preguntándome cual es su pueblo no te enteras, no preguntes, déjalo porque poco interesa entonces.

 Así como que como conceptos del padre que no quiero ser.

• No quiero que mi hijo me recuerde corriendo detrás de él para pegarle.
• No quiero ser el problema para cuando mi hijo necesite de mi ayuda.
• No quiero ser el obstáculo para que mi hijo quiera pasar tiempo conmigo, con poner un mínimo de interés creo que esto se soluciona rápido.
• No quiero anteponer mis necesidades fisiológicas a pasar un buen rato con mi hijo cuando disponga de poco tiempo para verle.
• No quiero parecer un desinteresado cuando le pregunte por alguna cosa.

 A grandes rasgos estas son las cosas que no quiero heredar de mi padre, creo que con interés, con cariño y con lógica e inteligencia se puede lograr tranquilamente.

 Para dentro de una semana el post contrario, ensalzaré las cosas que sí que quiero heredar de mi padre. Así que la semana que viene seguimos con la historia.

 Imagen sacada de www.economistjurist.es